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Sagrado Corazón de Jesús 
Pieza anónima 
Madera tallada y policromada 
43,5 x 19 x 10 cm 
Siglo XVIII 

 

La presencia de dos imágenes con la iconografía del Sagrado Corazón de Jesús en el antiguo templo de Santa Clara evidencian la importancia que esta congregación tuvo en la historia de la configuración del hoy Museo Santa Clara. Con la Desamortización de Bienes de Manos Muertas de 1861, dada por orden del presidente Tomás Cipriano de Mosquera (1798-1878), las clarisas, orden femenina que había habitado estos espacios por más de dos siglos, fueron expulsadas de su convento e iglesia. Desde fines del siglo XIX la orden de los Corazonistas, quienes veneraban al Sagrado Corazón de Jesús, ocupó el espacio. ​​

La iconografía del Sagrado Corazón comenzó a configurarse en el siglo XVIII, fecha de la que data esta escultura. En consecuencia, imágenes como la que aquí vemos eran, para ese entonces, escasas. La devoción al Sagrado Corazón surgió en Francia durante el siglo XVII, tras la difusión inicial que de ella hicieron san Juan Eudes (1601-1680) y santa Margarita María de Alacoque (1647-1690). Más adelante, la orden jesuita contribuyó en gran medida a su expansión. En las imágenes propias de esta iconografía se presenta a Jesús mostrando su corazón, considerado símbolo de amor carnal y místico. Este elemento fue visto por la Iglesia con malos ojos y le valió numerosas críticas a la imagen 

La escultura del Museo representa un Cristo erguido que, con sus manos descubre su pecho. Allí, al interior de una pequeña cavidad se observa un corazón. La técnica de composición usada en esta escultura permitía que, al momento de moverla suavemente, se moviera, a su vez, el pequeño corazón, imitando las pulsaciones del latido. Hoy se evita ejercer este tipo de movimientos a fin de garantizar una mejor conservación de la pieza. Ahora bien, el hecho de que un individuo colonial pudiera interactuar de manera tan cercana con la obra, así como el pequeño formato en el que fue tallada, permiten intuir que se produjo para un contexto privado, como parte de una devoción particular.  

Fue solo hasta el siglo XIX que la iconografía del Sagrado Corazón de Jesús adquirió mayor importancia en la cultura colombiana de la época, tomando incluso una dimensión política hacia el final de la Guerra de los Mil Días (1899-1902). De hecho, para la finalización de este evento bélico y a modo de reconciliación, se inició la construcción de la Basílica del Voto Nacional en Bogotá. Tras la solicitud del arzobispo Bernardo Herrera Restrepo (1844-1928) al presidente de aquel momento, José Manuel Marroquín (1827-1908), este edificio buscaba homenajear esa devoción, razón por la cual en ese momento también se consagró la República de Colombia a la figura del Sagrado Corazón. ​



María Isabelle Tellez