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Santo Domingo de Guzmán en la batalla de Monforte
Antonio Acero de la Cruz
Óleo sobre tela
132 x 201 cm
1651
 
En el siglo XII, el movimiento religioso conocido como catarismo se arraigó con especial fuerza en la región francesa de Languedoc. Esta doctrina, que predicaba la creencia en la dualidad entre el bien y el mal, la férrea defensa del ascetismo y el rechazo del mundo material, se convirtió en una amenaza para la Iglesia católica. Por esta razón, en 1209 se emprendió una cruzada contra la herejía cátara liderada por el papa Inocencio III, la Corona francesa y la incipiente orden de los dominicos, cuya labor evangelizadora en esta contienda fue significativa.
 
Precisamente este afán de lucha contra el catarismo puede apreciarse en la obra “Santo Domingo de Guzmán en la batalla de Monforte”, en la que se ve al fundador de la orden Dominica en la batalla de Muret, ocurrida el 12 de septiembre de 1213. Esta batalla enfrentó al cruzado Simón de Montfort contra Pedro II de Aragón, católico de confesión, pero que defendía a los cátaros por ser estos sus vasallos. Como se aprecia en el lienzo, las tropas cátaras se ubican a la izquierda, mientras que los defensores del catolicismo se encuentran a la derecha de la imagen. Un estandarte de la Virgen ampara al ejército católico, acompañado por un santo Domingo atacado por flechas enemigas que, en vez de herirlo, se clavan en el crucifijo que sostiene en sus manos.
 
La batalla de Muret fue definitiva para la victoria de los cruzados y la erradicación de la herejía cátara. Este tipo de luchas contra el catarismo y otras doctrinas contrarias a la Iglesia, así como los procesos de Reconquista que se dieron en la Península, fueron antecedentes de la defensa de la fe y la evangelización que se llevarían a cabo en el Nuevo Mundo. De esta manera, América fue vista como un territorio fértil para que órdenes como la Dominica trabajaran por la conversión de los indígenas y ganaran fieles para fortalecer la llamada Iglesia de Dios.