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Pieza del mes - Diciembre 2019 - Museo Santa Clara

Santa Rosa de Viterbo

Baltasar de Figueroa
Óleo sobre tela
155 x 108 cm
Siglo XVII

 

Las confusiones iconográficas son comunes, pues en algunos casos diferentes santos pueden compartir atributos similares. Lo anterior se ejemplifica con el caso de santa Rosalía de Palermo (1130-1166) y santa Rosa de Viterbo (1233-1251).


Según diversas fuentes, la santa siciliana Rosalía de Palermo era hija del príncipe Sinibaldo, sobrina del rey de Sicilia Guillermo II y descendiente de Carlomagno. Desde temprana edad dedicó su vida a Dios, razón por la cual huyó de su casa para llevar una vida eremítica en el monte Coschina. Más adelante, continuaría su vida ascética en el monte Pellegrino donde, según las leyendas, murió, en 1160. Si bien su culto es medieval, se le consagraría mayor devoción y difusión a partir de 1624, año en que, según cuentan los relatos, el hallazgo de las reliquias de la santa erradicó una peste que azotaba por entonces la ciudad de Palermo. Dentro de las leyendas no se especifica si la santa hizo parte de una orden o no, esta razón ha llevado a que los monjes benedictinos, agustinos y basilios la representen como santa de sus comunidades.


Por su parte, santa Rosa nació en el seno de una familia noble en la ciudad de Viterbo, Italia. Su vida religiosa inició desde muy temprana edad, cuando, a los ocho años, fue curada milagrosamente por la Virgen María, quien la indujo a tomar el hábito de terciaria franciscana. Su vida religiosa estuvo marcada por la lucha política entre el papado y el emperador Federico II. Su fuerte apoyo al Papa le costó la expulsión de su ciudad natal, a la cual regresó estando próxima su muerte. Su cuerpo incorrupto se encuentra en el convento clariano de dicha ciudad.


Si bien las historias de las santas son diferentes, iconográficamente se les representa de manera similar. Así, ambas visten una túnica franciscana ceñida por un cordón, sin toca ni velo. Una corona de rosas adorna sus cabezas. Esos rasgos generales con frecuencia conducen a equívocos, que en muchos casos se solucionan mediante el correcto reconocimiento de los atributos de cada santa. Así santa Rosa lleva el crucifijo, la vara de azucenas, una pequeña imagen del Ecce Homo y la representación del Espíritu Santo, símbolo de la elocuencia que tuvo a la hora de predicar en las calles de Viterbo. En cambio, la santa siciliana es representada con el cayado con el que huyó de casa, las disciplinas, pequeños látigos de cáñamo utilizados en la autoflagelación relacionada a la práctica de la mortificación de la carne, tres panes con una paloma blanca o una canasta de rosas. La primera descripción, la de santa Rosa, es la que corresponde a la imagen del Museo Santa Clara.



Retablo de la Sagrada Familia en la Iglesia de Belén. Fotografía tomada de Guillermo Hernández de Alba, Teatro del Arte Colonial (Bogotá: 1938, Ministerio de Educación Nacional).



Otro dato que ayudaría a reafirmar el título de esta pieza son sus registros críticos, pues desde 1938 se la ha titulado Santa Rosa de Viterbo. En su obra Teatro del arte colonial (1938) Guillermo Hernández de Alba ofrece una fotografía de la imagen in situ en el Retablo de la Sagrada Familia de la ermita de Belén. En 1976, junto con otros seis óleos de esta iglesia, entró a hacer parte de la colección del Museo Santa Clara bajo este título. Esta información se ha visto confirmada por investigadores como Fernando Restrepo Uribe en su catálogo Los Figueroa (1986) o Jaime Borja en su libro Pintura y cultura barroca en la Nueva Granada: Los discursos sobre el cuerpo (2012).