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​​Mujer y medicina Eliana Muchachasoy Acrílico sobre lienzo 180 x 130 cm 2022​​

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Mujer y medicina 
Eliana Muchachasoy 
Acrílico sobre lienzo 
180 x 130 cm 
2022 

 

En los últimos años, el Museo Colonial ha buscado incorporar piezas que representen visiones diversas sobre la Colonia. Dar a conocer múltiples perspectivas sobre el mundo y cuestionar las posturas hegemónicas desde las que se concibió y representó nuestra sociedad, es la intención principal de esta iniciativa. Así, en 2022 ingresó Mujer y medicina. 

En este acrílico sobre lienzo, Eliana Muchachasoy Chindoy, artista del Valle de Sibundoy en el Putumayo, exalta el papel de las mujeres en la medicina tradicional practicada por la comunidad camsá, de la que hace parte. La figura central de este acrílico es una mujer. 

La tradición médica camsá se basa en el uso de sinergias de plantas mezcladas con métodos hispánicos, propios y de otras etnias. En esta comunidad, los hombres tienen a su cargo la ceremonia del yagé, bebida sagrada utilizada en rituales de limpieza, curación y sanación de enfermedades físicas y espirituales. Las mujeres cuidan de la salud de las familias. Algunas acompañan los embarazos de la comunidad y ejercen como parteras. Estas mujeres son incluso sobanderas: tratan dolores asociados a traumas de diverso tipo. 

Las mujeres, además, enseñan a la población sobre el cultivo adecuado de las plantas medicinales y el jajañ, huerta tradicional de la comunidad que preserva y sostiene la sabiduría e identidad propia de los mayores, especialmente respecto a las prácticas de siembra, cuidado y la relación de la cosecha con las fases de la luna y los ciclos del sol y la lluvia. Jajañ es un espacio que se trabaja en familia para asegurar el futuro de la comunidad. Su cultivo es además una práctica de resistencia a los modelos contemporáneos del uso del suelo: a diferencia de los monocultivos o la agricultura industrial, en un jajañ se asocian cerca de doscientas especies de plantas. 

La mujer de Muchachasoy viste una piel de colibrí, ave esencial para la comunidad camsá, pues no solo es el encargado de polinizar el jajañ y las plantas que en él nacen, sino que también se le considera protector de la familia. En la cosmogonía camsá, el dios del Sol encomendó al colibrí regar los primeros granos de maíz sobre el Valle de Sibundoy. Esto hizo que se esparciera allí la luz y llegaran animales de la montaña. El Valle de Sibundoy era en ese entonces una laguna donde habitaban los espíritus mayores que orientaban y protegían el territorio. Con el brillo que llevó el maíz, de ese cuerpo de agua surgieron los hombres y mujeres del pueblo camsá. Por ello, el colibrí se considera mensajero de buenas noticias. 

Sobre las alas de esta mujer-colibrí, destacan también dos flores de borrachero, planta sagrada para los camsá. Para esta comunidad, el borrachero es tan poderoso, que solo pueden ingerirlo personas con considerable experiencia en medicina tradicional. Bajo su efecto, puede percibirse el espíritu de las demás plantas para determinar con certeza cuál de ellas sirve para curar una enfermedad específica. La cura de ciertas dolencias, y el tratamiento de situaciones espirituales relacionadas con las malas energías o la suerte se cuentan también entre las bondades de esta planta, por lo que suele sembrarse en la mayoría de los jardines y huertos medicinales de la zona. 

La presencia de Mujer y medicina en la colección del Museo nos permite aproximarnos a prácticas de curación y cuidado de la salud durante el periodo colonial. Desde la llegada de los europeos en el siglo XV, saberes médicos nativos como los de la comunidad camsá fueron de gran importancia. Especialmente porque los españoles llegados al territorio se enfrentaron a enfermedades endémicas que les eran desconocidas y no sabían cómo curar con sus propios sistemas medicinales. 

Pese a esto, las autoridades españolas consideraban la medicina indígena como una muestra de brujería basada en ideas supersticiosas, por lo que se establecieron diversas normas que trataron de controlar las prácticas médicas en América. Estas eran vigiladas por el Real Protomedicato, institución que tuvo sus inicios en España en esa misma centuria. Sin embargo, los curanderos y médicos tradicionales siguieron siendo importantes agentes de salud en este territorio. Hoy, la medicina tradicional indígena se mantiene viva y fuerte en los diferentes rincones de nuestro país. ​



Equipo Curaduría