San Pedro
Pieza anónima
Yeso vaciado y policromado
85 x 35 x 30 cm
Siglo XVIII
Las figuras de los santos fueron fundamentales durante el periodo colonial, pues a partir de la difusión de imágenes que los representaban se buscaba generar modelos de comportamiento en los fieles. Es el caso de este San Pedro, escultura de mediano formato en donde se muestra al “príncipe de los apóstoles”, nombre que adquirió en la tradición católica.
Su vida se conoce por lo narrado en los Evangelios y en los Hechos de los Apóstoles. Se trataba de un sencillo pescador de Cafarnaúm —actual Israel— que, junto con su hermano Andrés, fue uno de los primeros seguidores de Cristo. Originalmente se llamaba Simón, pero Jesús le dio el nombre por el cual hoy se le conoce. Tras la crucifixión del Nazareno, Pedro fue perseguido y capturado por Herodes, por lo que pasó un tiempo recluido en la cárcel de Jerusalén. Al ser liberado, según se cuenta, viajó a Roma y se convirtió en el primer obispo de esta ciudad, donde murió crucificado en el año 67.
En esta escultura vemos al apóstol como un hombre de edad avanzada y con barba corta y redondeada, físico con el que se le reconoce. A su vez, viste una túnica roja y manto verde, colores habituales en las representaciones españolas del santo. Con la mano izquierda sostiene un libro, uno de sus atributos, mientras dirige la izquierda hacia su pecho. La posición de sus dedos da la sensación de que, en algún momento, sostuvo otro atributo, pero posiblemente a lo largo de la historia de la pieza, este se perdió.
Esta escultura, dispuesta en el nicho inferior derecho del retablo de Santa María de Alacoque, es aledaña a otra del apóstol san Pablo, representado en una pieza del mismo formato. Según la tradición católica, estos santos fueron fundamentales para la difusión de la fe católica, por lo que cada 29 de junio se celebra la fiesta solemne a Pedro y Pablo y se conmemora el martirio que sufrieron en Roma defendiendo su fe.
Las menciones más antiguas a esta fiesta las encontramos en textos de san Ambrosio (c. 340-397) y san Agustín (354-430), y en el Depositio martyrum, antiguo calendario que registraba los días de sepultura de los mártires a los que la Iglesia romana de ese entonces dedicaba alguna conmemoración. Originalmente, la celebración a estos dos apóstoles tenía lugar en una misma fecha. Ahora bien, ya que la conmemoración implicaba visitar ambos monumentos sepulcrales, hecho que representaba dificultad para los fieles, pues los sepulcros estaban alejados uno de otro, durante los siglos siguientes se asignaron fechas distintas a cada santo. En 1969, con la reforma del calendario litúrgico, se optó por volver a unificar la efeméride.
La devoción a Pedro y Pablo ha dado origen a diversas celebraciones populares y regionales en Colombia. Una de ellas es el Festival del Bambuco en San Juan y San Pedro, fiesta que se celebra anualmente en Neiva. Música, baile, comparsas y una variada oferta gastronómica, muestra de la riqueza cultural de la zona, la caracterizan. Estas celebraciones campesinas tuvieron su origen en 1960, con ellas se buscaba disminuir la violencia entonces imperante en el país. Actualmente, en el departamento del Huila, las festividades inician el 24 de junio —fecha que conmemora a Juan el Bautista—, y finalizan el 29 de junio, día de la fiesta de san Pedro y san Pablo.